lunes, 18 de mayo de 2015

Nueva página web del Museo de Cáceres

18 de mayo, Día Internacional de los Museos

Hoy ha sido presentada la nueva página web del Museo de Cáceres, donde se puede encontrar completa una completa información sobre los contenidos del Museo así como las actividades y propuestas educativas y de difusión cultural que ofrece la institución.

Se podrá acceder a la información sobre las exposiciones temporales, La Pieza del Mes, actividades culturales de todo tipo, etc.

La nueva página irá sustituyendo progresivamente  a este blog, que ha desarrollado una importante función durante los últimos cinco años.

Aquí tienes el enlace a la nueva web:


lunes, 4 de mayo de 2015

La Pieza del mes. Mayo de 2015




Gazpachera
Madera
Provincia de Cáceres


El gazpacho es un plato de la cocina tradicional que se encuentra muy extendido por el centro y sur de la Península Ibérica con numerosas variantes locales, pudiendo decirse que se encuentra entre las especialidades más populares de la gastronomía estival española. 

En realidad, el gazpacho es una sopa fría que cumple una importante función refrescante  en el tiempo de verano, y además resulta barata y sencilla de preparar dado que permite aprovechar el pan de días anteriores y los restantes ingredientes son hortalizas y productos fácilmente disponibles y de bajo precio.

Precisamente, la popularidad de este plato ha hecho que cada región, cada provincia, y casi puede decirse que cada familia tenga su propia receta con una amplia variación de unas a otras. Los componentes básicos del gazpacho cacereño son el tomate, el pimiento rojo y verde, cebolla, ajo, pan, aceite, vinagre y sal, aunque también hay quien le añade poleo, huevo cocido o incluso jamón. Tradicionalmente los ingredientes básicos se troceaban, si bien la incorporación de las batidoras eléctricas ha hecho que suela triturarse toda la mezcla aun cuando se sigan añadiendo algunos trozos de tomate a la sopa.

Como es natural, el gazpacho ha formado parte muy importante de la alimentación, también en el caso de los trabajadores del campo, por lo que ha sido preciso disponer de sencillos enseres para la preparación del alimento fuera de las comodidades del hogar. De ahí el uso de gazpacheras de madera resistentes a los golpes que pueden recibir en el transporte o en el majado de los ingredientes; podemos encontrar estas fuentes o lebrillos de madera en tamaños muy diferentes según el número de comensales, y solían hacerse de madera de encina, de olivo o incluso de raíz de fresno; las gazpacheras de mayor tamaño eran las utilizadas por las cuadrillas de segadores durante el tiempo de la cosecha del cereal, formando parte del precario ajuar que llevaban consigo en sus desplazamientos.

La gazpachera que exponemos está realizada en madera de encina y es de una pieza, habiendo sido reparada con lañas o grapas en algún momento durante el tiempo que estuvo en uso. Fue recogida por la Diputación de Cáceres en una localidad cacereña sin determinar en el año 1984, y posteriormente depositada en el Museo de Cáceres, pasando a formar parte de su colección etnográfica.

miércoles, 1 de abril de 2015

La Pieza del mes. Abril de 2015


«La Cena de Emaús»
Domingo Martínez Aparisi (Valencia, 1822 – Madrid, 1892)
Cobre; aguafuerte y buril, talla dulce
 
 
 
Aunque no coinciden en el lugar ni en el número, los evangelistas hablan de las numerosas apariciones que hizo Jesús en Judea y Galilea, durante los cuarenta días que pasó en la tierra entre la Resurrección y la Ascensión. Una de estas apariciones fue a los peregrinos de Emaús, y sólo se encuentra detallada en el Evangelio de San Lucas.
 
Jesús se unió a dos peregrinos que se dirigían a Emaús, cerca de Jerusalén, y como estaba anocheciendo, éstos le pidieron a su compañero desconocido que compartiese la cena con ellos. Él cogió el pan, lo partió sin emplear el cuchillo, y se lo dio; por este signo, los caminantes reconocieron a Jesús, al actuar del mismo modo que en la Última Cena, donde tomó pan, lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos dijo: “Tomad y comed, éste es mi cuerpo”, dando lugar a la institución del Sacramento de la Eucaristía.
Esta comida eucarística, donde Cristo resucitado se revela por la fractio panis, parece una repetición reducida de la Santa Cena, con sólo tres comensales en lugar de trece. El sentido de esta historia es probar, mostrando a Cristo sentado a la mesa, que éste no era un espectro, un fantasma, sino un resucitado de carne y hueso.
 
El pintor Domingo Martínez, dibuja y graba “La cena de Emaús” a partir de la pintura de Tiziano de 1530; la escena se sitúa en un interior, alrededor de una elegante mesa cubierta con un mantel blanco cuyos pliegues están correctamente resaltados. Cristo se sitúa en el centro de la composición, desequilibrada al presentar tres figuras a la izquierda y solo una a la derecha -a los tres comensales se unen dos sirvientes-. Bajo la mesa, un perro y un gato se enfrentan, dotando a la escena de mayor naturalismo y cotidianeidad.
Domingo Martínez Aparisi, nacido en Valencia en 1822, fue pintor y grabador en dulce. Estudió en la Real Academia de San Fernando, donde llegó a ser profesor de la clase de Grabado en acero. Con esta estampa consiguió medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1856; la letra fue grabada por José Nicolau en 1882. La estampa fue grabada en la Real Calcografía, fundada en 1789 con la intención de impulsar el arte del grabado y difundir las obras de los grandes maestros. Ingresó en el Museo de Cáceres en julio de 1919, formando parte de un conjunto de 490 monedas y 219 estampas grabadas procedente del Instituto General y Técnico de Cáceres.

martes, 17 de marzo de 2015

Tebeos de posguerra

Del 11 de marzo al 3 de mayo de 2015
 

Esta exposición es una invitación a evocar un tiempo pasado que fue decisivo para la sociedad española y un desafío a la memoria colectiva e individual. La muestra presenta un recorrido emocional e intelectual por veinte años de publicaciones infantiles, juveniles y de adultos, que ejercieron una influencia innegable en la población española de aquellos años. El alcance de aquellos mensajes está aún por interpretar.
 
 
En la muestra pueden verse ejemplares de míticas historietas como Hazañas Bélicas, Roberto Alcázar y Pedrín y un largo etcétera, hasta la irrupción en escena de la Escuela Bruguera con su amplia nómina de personajes rocambolescos; una vuelta, en definitiva, por la historia del tebeo en nuestro país.
 
La muestra recoge un importante conjunto de ejemplares de las publicaciones de entretenimiento infantil que surgieron y desarrollaron su existencia durante los años de la posguerra española, reunidos por el coleccionista Luis Conde Martín, que también actúa como comisario de la exposición. La muestra que se presenta en el Museo de Cáceres supone un recorrido por los personajes y las historias que formaron parte de la infancia de miles de españoles en unos años en los que la inocencia duraba poco tiempo y en el que las preocupaciones más propias del mundo adulto condicionaban la infancia. A través de las páginas y dibujos expuestos se puede ver la larga mano de la censura eclesiástica, el peso del hambre, la picaresca adueñada de unas calles llenas de pobreza, y por encima de todo, la necesidad de llenar con fantasía y normalidad la vida de una juventud cortada de raíz por la historia.

 
Por otro lado, hay que destacar la importancia del coleccionismo de los tebeos en España que, aparte de preservar los materiales como documentos imprescindibles, ha contribuido a mantener vivo el recuerdo de un tiempo pasado y ha propiciado su recuperación, a través de los clubes y asociaciones culturales de todo tipo, o de la edición de facsímiles de colecciones inencontrables, permitiendo, de esta manera, su revisión crítica.

Horario de visita:
Martes a sábados de 9,00 a 15,00. Domingos de 10,00 a 15,00. Lunes cerrado.

viernes, 6 de marzo de 2015

Historia(s) de Mujer(es)

Día Internacional de la Mujer
8 de marzo de 2015



Un año más, y para conmemorar el Día Internacional de la Mujer, el Museo de Cáceres ha programado una actividad que se llevará a cabo en la mañana del domingo 8 de marzo bajo el título “Historia(s) de Mujer(es)”.

Como es sabido, el discurso cultural dominante ha venido ofreciendo una explicación de la Historia y del Arte marcadamente centrada en el papel protagonista de los hombres, quedando la mujer relegada a un plano anecdótico o, en el mejor de los casos, a un papel secundario en la existencia humana.

La realidad ha sido muy diferente de ese discurso dominante, ya que la mujer ha tenido siempre un papel fundamental en las múltiples facetas de la vida. Las colecciones de los museos, y entre ellas las del Museo de Cáceres, recogen ese papel esencial de la mujer en determinados objetos que nos recuerdan el pasado y el presente de esa mitad de la Humanidad tan injustamente relegada al olvido.

Con “Historia(s) de Mujer(es)” tratamos de resaltar una serie de objetos, estrechamente vinculados al mundo de la mujer, que forman parte de la exposición permanente del Museo de Cáceres. Estos objetos, seleccionados como pinceladas a lo largo del recorrido habitual de nuestras salas, nos trasladan la importancia de la mujer en  diferentes aspectos de la cultura, que van desde la reproducción y la educación de los más jóvenes a la religión, la producción de recursos, la economía y el comercio, la transmisión de valores o la creación artística. Para ello, ofrecemos una visita guiada complementada con la danza artística que recorrerá las secciones de Arqueología, Etnografía y Bellas Artes deteniéndose en determinadas piezas clave que resaltan el papel de la mujer, las cuales serán distinguidas con textos explicativos específicos. La bailarina profesional Gema Ortiz completará el recorrido con danzas especialmente relacionadas con el ámbito cultural y temático de las distintas áreas recorridas y explicadas en el Museo.

La visita guiada tendrá lugar el domingo, 8 de marzo, a las 11,30 horas; es una iniciativa gratuita y no es preciso inscribirse previamente, si bien queda limitada a la participación de un máximo de 25 personas por orden de llegada. No obstante, los textos explicativos de las piezas seleccionadas a lo largo del recorrido permanecerán expuestos hasta el próximo 22 de marzo, pudiendo realizarse visitas libres en el horario habitual del Museo.

lunes, 2 de marzo de 2015

La Pieza del mes. Marzo de 2015


Vinagrera
Siglo XVII, Convento de San Francisco, Belvís de Monroy
Cerámica
 
 
El vinagre está íntimamente ligado a la elaboración de bebidas alcohólicas y en especial a la del vino, del cual podemos considerar como hijo legítimo. La forma de almacenamiento del vino en toneles y botas facilitaba que le subiera la acidez y se pusiera malo, es lo que se conoce popularmente con la expresión “el vino está picado”.  La  palabra  vinagre procede del latín vinum acre, vino agrio, ya que se consideraba que el vino se descomponía de forma fortuita. En la Antigüedad se percataron de sus cualidades como conservante y en el mundo romano los vinagres de vino, calabaza, peras o higos eran habituales en su cocina. No es hasta 1864 cuando L. Pasteur explica con detalle el proceso por el cual las bacterias Mycoderma aceti crean un velo en la superficie y realizan la reacción química de fermentación del alcohol etílico, vino, a ácido acético, vinagre, dando nombre a  los procesos de fabricación de vinagre; el Método Pasteur consiste el acelerar el proceso añadiendo a toneles de vino la misma cantidad de vinagre.
 
En la actualidad son numerosas las variedades de vinagre para uso alimentario, siendo el más habitual el vinagre de vino blanco o tinto, solos o con hierbas que maceran en su interior aportando diferentes aromas y sabores. En la cocina actual se ha puesto de moda el aceto balsámico de Módena que necesita una maduración en toneles durante al menos 12 años; fue utilizado antiguamente como remedio médico contra el reuma, de ahí que se llame balsámico. En gastronomía el vinagre se utiliza principalmente como aliño de verduras, de ensaladas y en salsas. Por sus propiedades como conservante, se ha utilizado tradicionalmente en escabeches, marinados y encurtidos.
 
La pieza  del mes es una vinagrera  de mesa procedente de las excavaciones arqueológicas realizadas en el Convento de San Francisco en Belvís de Monroy. Está elaborada en cerámica esmaltada de color blanco de estaño, tanto al exterior como al interior para cerrar los poros y evitar que se perdiera el líquido. Al exterior está decorada mediante líneas de manganeso de color violáceo que dibujan motivos vegetales, los pétalos de las flores se rellenan de color azul y de líneas rayadas de color naranja, que dan nombre a esta serie de cerámicas. También llamada serie tricolor, fue muy popular en el siglo XVII en los alfares de Talavera de la Reina y Puente del Arzobispo; en los lados laterales, una letra V dentro de un escudete nos avisa de su contenido. Ha perdido el asa y la boca que servía tanto para ser rellenada como para verter el vinagre. Normalmente iba acompañada de una aceitera similar con una letra A a cada lado.

lunes, 2 de febrero de 2015

La pieza del mes. Febrero de 2015


La provincia de Cáceres es rica en la elaboración de deliciosos quesos, orgullo de nuestra gastronomía. En la actualidad, el territorio cacereño cuenta con dos Denominaciones de Origen Protegidas en este sector, la del Queso de los Ibores y la de la Torta del Casar. Pero además de esas dos zonas fundamentales, en otras áreas de la provincia se elaboran ricos quesos gracias a la importante cabaña ganadera ovicaprina.
En las últimas décadas ha adquirido fama internacional la Torta del Casar (de la zona de Casar de Cáceres), elaborada con leche de oveja para la que se utiliza el cuajo vegetal a partir de la flor del cardo Cynara cardunculus; tiene una suave textura que aconseja su consumo untándola sobre el pan, y su sabor y aroma son intensos. Más al sur, en Valdefuentes, se hace también un rico queso de oveja merina, al estilo tradicional, de cremosa textura, similar al que se elabora en Trujillo.
El resto de los quesos cacereños se hace con leche de cabra o mezcla de cabra y vaca; entre ellos destaca el de la comarca de los Ibores, en el oriente de la provincia, de pasta suave y mantecosa, cuya corteza suele untarse con pimentón de la Vera o con aceite. En la comarca de Acehúche se elaboran también excelentes quesos, de pasta semejante a la de los Ibores, aunque su coagulación más lenta les confiere una mayor humedad y untuosidad. E igualmente magníficos son los quesos de Valencia de Alcántara y de la comarca de Sierra de Gata y Las Hurdes, donde se sigue utilizando el cuajo de origen animal, pero casi podría decirse que no hay comarca cacereña que no elabore excelentes quesos artesanales, pues no en vano se trata de una provincia con una especial vocación ganadera.
Como es sabido, la leche se deja coagular añadiéndole cuajo, ya sea su origen animal o vegetal, lo que espesa la leche y permite extraerle el suero sobrante y, a continuación, se rodea con un cincho de esparto o madera flexible y se deja sobre la tabla o esprimijo, dotada de un canal por el que va saliendo el suero que aún queda; para ello, se le suele poner una piedra u otro peso encima. Tras este proceso, se sala por ambas caras y se pasa al curado, que es de duración variable según las características que se desee conseguir.
En Extremadura se llama esprimijo a la tabla o mesa que dispone de un tablero en pendiente con un canal central que sirve para exprimir el queso, aunque el mismo término se usa en algunos lugares para referirse al cincho; en Canarias la tabla se llama empleita, y en Navarra zorze. Nuestro esprimijo fue depositado en el Museo por la Diputación Provincial de Cáceres en 1984.

viernes, 2 de enero de 2015

La pieza del mes. Enero de 2015


«Bodegón» (1895)
Felipe Checa Delicado (Badajoz, 1844-1906)
Óleo sobre lienzo


Cáceres ostentará durante todo el año 2015 el título de Capital Española de la Gastronomía. El Museo de Cáceres quiere unirse a esta distinción mostrando a lo largo del año doce Piezas del Mes relacionadas con la gastronomía o la alimentación; iniciamos el ciclo con esta obra de Felipe Checa Delicado, considerado uno de los pintores que mejor representa la pintura de bodegón en Extremadura.
 
Felipe Checa comenzó a estudiar en 1864 en la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, siendo discípulo del aragonés Pablo Gonzalvo. Como era práctica habitual, completó su formación con copias de los grandes maestros en el Museo del Prado y a partir de 1867 obtuvo una pensión de la Diputación Provincial de Badajoz para continuar sus estudios en Madrid. Su formación fue puramente académica, basada en el dibujo riguroso, la técnica preciosista, el buen oficio, los colores brillantes y la preocupación por las calidades. Participó en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, y junto a la actividad principal dedicada a la práctica de la pintura, destacan también su labor docente como profesor en la Escuela de Dibujo y Pintura de Badajoz, y su faceta literaria a través de artículos periodísticos.
 
Felipe Checa fue un pintor clásico. Su pintura viene definida por el realismo y el detallismo que refuerza las calidades de los objetos, el colorismo vigoroso, el dominio de la luz, las pinceladas acertadas, las composiciones muy maduradas y una factura impecable. Dentro de la producción pictórica de Felipe Checa destacan sus cuadros de género, la pintura de flores y el bodegón, siendo este último el tema predilecto del artista, en el que se muestra con toda brillantez, dominio y maestría.
 
Sus bodegones presentan un lenguaje realista. Los objetos se disponen muy cerca del espectador, normalmente sobre una mesa de cocina, con un punto de vista ligeramente elevado y sobre un fondo neutro. Las frutas y los cacharros de barro y metal son los más representados, destacando la calidad de su acabado. En menor grado representó piezas de caza y pesca, como la cabeza de pescado de este bodegón; en sus naturalezas muertas no hay preocupación por la simetría ni desorden en la composición, sino una disposición de los objetos minuciosamente calculada que da como resultado una elegante ordenación compositiva. El dibujo cuidado, el color natural de los objetos, el juego de los volúmenes y las calidades de los elementos que integran el cuadro dotan al bodegón de Checa de un intenso naturalismo, al que contribuye eficazmente la luz, siempre lateral y con mayor frecuencia desde la izquierda.
 
Checa representa los objetos por el valor que tienen en sí mismos, sin otra atribución y sin el simbolismo al que recurren otros autores, de modo que sus bodegones no es preciso interpretarlos, sino disfrutarlos con su contemplación. Esta obra fue depositada por el Museo del Prado en el Museo de Cáceres en 1949, junto con otro bodegón del mismo autor, para formar parte de la Sección de Bellas Artes.