martes, 2 de febrero de 2010

Las tablas de Morales de San Martín de Trevejo

Exposición, del 2 al 14 de Febrero
Salón de Actos del Museo


Existen pocos datos fidedignos sobre la biografía de Luis de Morales. Según Palomino, nace en torno a 1509 en Badajoz, aunque no están documentadas ni la fecha ni el lugar. Lo que sí es seguro es que en 1539 abre su taller en esta ciudad, vinculándose a ella de por vida con su familia; tampoco hay seguridad sobre la fecha exacta de su muerte, que tradicionalmente se fija en 1586, según las referencias de Palomino y Ceán Bermúdez.

En los últimos años de su vida, probablemente entre 1584-85, trabajó de nuevo en la iglesia del Conventual de San Benito de Alcántara, uno de los conjuntos más importantes del renacimiento en Extremadura, donde años antes había pintado un retablo para la capilla del Comendador de Piedrabuena. En esta ocasión, realizó dos retablos para las capillas absidiales de Santillán y Ovando, situadas en los laterales de la cabecera de la iglesia conventual. Con motivo de los episodios desamortizadores del siglo XIX, se deshicieron estos retablos y algunas de sus tablas acabaron en las iglesias de Santa María de Almocóvar, en Alcántara, y de San Martín de Trevejo, al norte de la provincia de Cáceres. Estas últimas fueron descubiertas por Daniel Berjano a principios del siglo XX.

Las tablas expuestas muestran modelos utilizados en los últimos años por Luis de Morales, y en ocasiones se percibe la colaboración de los oficiales de su taller. El Padre Eterno aparece representado en la figura tradicional de un venerable anciano barbado, portando en su mano izquierda un globo terráqueo ornado con la cruz, mientras levanta la diestra en ademán de bendecir. Viste túnica blanca y manto rojo, y responde al modelo utilizado habitualmente en el taller de Morales para efigiar a San José o al sacerdote que oficia en las diversas versiones de la “Presentación en el templo”. Muestra similitudes con la tabla de la Ascensión en Arroyo de la Luz en las manos, que serían realizadas por algún ayudante, ya que se alejan levemente de la finura habitual del maestro, y en la expresión del rostro, que muestra cierta congoja entre las abullonadas formas del manto.


En las calles laterales del retablo se ubicaban los santos. San Miguel Arcángel, vestido como un soldado romano con túnica blanca y una loriga dorada de imbricada ornamentación, aparece atravesando con su lanza la figura monstruosa del diablo, que se revuelve a sus pies. San Matías Apóstol aparece de pie, con las piernas cruzadas, al modo manierista, sosteniendo un libro en su mano izquierda, mientras que en la otra porta una lanza o pica. Viste túnica verdiazul y un manto carmesí de amplios y acusados pliegues. Sobre el dibujo y el conjunto de las figuras, donde detectamos la mano de oficiales del taller, destaca el tratamiento del color, en el que adivinamos las buenas maneras de Morales, que a pesar de sus años -contaba ya con setenta y seis- sigue mostrando la maestría que le caracterizó.

Las tablas se exponen antes de regresar a San Martín de Trevejo, después de que han sido objeto de un tratamiento de restauración por la empresa cacereña Gótico Restauración, por encargo del Centro de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura. Nuestro agradecimiento al Obispado de Coria-Cáceres y al Excmo. Ayuntamiento de San Martín de Trevejo.

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